Entre
todos los títulos que me han otorgado existe uno que me dan a diario y suele
causarme satisfacción extrema: “investigadora científica de la verdad
espiritual”, unos me recalcan que de manera empírica he llegado a conclusiones
asombrosas, ametódica, asistemática, siempre contesto que el resultado es
óptimo, el camino ha sido largo, con frutos maravillosos, con decepciones? Si,
satisfacciones? También.
Muchos
ignoran mi proceso al detalle; como por ejemplo, la entrega de diplomas, reconocimientos que en
estos veinte y tantos años he recibido, el estudio continuo para desenmascarar,
develar esa línea divisoria entre ciencia y espiritualidad y el reconocimiento
máximo de ver en la realidad y no de forma ilusoria, el renacer de quien quiere
demostrar; al igual que yo, que si se puede vivir a plenitud.
Esta
receta que publico hoy, la hemos estudiado otras veces de forma diferente, una
de mis niñas más estudiosas me insistió en detallarla desde la etimología
porque el dia que lo hicimos juntas le vio la practicidad que necesitamos hoy
para aplicar la espiritualidad a nuestro diario vivir.
Tal
cual una receta, la mezcla de los ingredientes nos da el resultado esperado,
trabajar con una meta, visualizando el resultado, QUE ES LO QUE NECESITO?
Paso
Uno:
Convicción,
confianza, creencia, dependencia, integridad, persuasión, implantar confianza
interior, seguridad, que el objeto de tu creencia sea en complicidad divina.
Paso
Dos:
Cualquier
cualidad que acredita a una persona la estimación pública, valor intrínseco,
excelencia moral y bondad.
Paso
Tres:
Conocer
con un grado de totalidad y competencia, estar familiarizado mediante el
discernimiento y reconocimiento plenos, el conocimiento más que percepción
intelectual, se trata de experimentar el resultado de nuestra transformación moral
y levantar un estandarte más fuerte y más valedero que el conocido hasta ahora.
Paso
Cuatro:
Dominar
la mente, buen juicio, pensamiento disciplinado, habilidad de entender y tomar
decisiones correctas, autocontrol y autodisciplina.
Paso
Cinco:
Disposición,
autoindulgencia, firmeza paciente, constancia, perseverancia, es la capacidad
de continuar en pie bajo circunstancias difíciles, no asumiendo una
complacencia pasiva sino con la entereza de quien resiste activamente ante los
inconvenientes y el fracaso.
Paso
Seis:
Temor
de respeto, no de miedo, cuando realmente amamos o apreciamos, no queremos
perder a ese Ser y lo respetamos no haciendo lo que le disgusta.
Paso
Siete:
Amor
philadelphia, Benevolencia, festín de amor.
Si
mezclamos los ingredientes comenzando desde el último al primero, el resultado
es el mismo y a modo de ejercicio puedo resumir que siendo benevolente conmigo
mismo, respetándome, apreciándome, dispuesto con perseverancia a continuar
activamente dominando mi mente con un pensamiento disciplinado,
familiarizándome con el conocimiento espiritual que más que percepción
intelectual, se trata de experimentar el resultado de nuestra transformación moral,
esto me acreditará la estimación pública dándome más confianza en el objeto de
mi creencia: la verdadera espiritualidad es seguir en complicidad divina como
cuando llegamos a fecundar en el óvulo materno.
Helen
Vettor.
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